Encuentro un viejo libro de Medicina de 1993, Trastornos de la Memoria, se titula. Y en la «Clasificación de los síndromes cerebrales» coloca algunos apartados, en los que veo algo más que un que simple problema orgánico, porque nuestra sociedad está sufriendo alguno de estos aspectos del Trastorno de Memoria, que describe como el «Síndrome confusional».
Palabra en la que me parece más interesante el fijarme en el significado que da la Rae, de la palabra, -Acción y efecto de confundir ( desconcertar),- que el médico, aunque para la idea que tengo, puede servirnos el aspecto médico: » Una vez diagnosticado, el médico tratará de identificar los factores precipitantes que lo hayan desencadenado.
Porque creo, que este «síndrome confusional,» podría aplicarse totalmente a ciertos aspectos que lo identificarían de evidente, en más de la mitad de la sociedad española, con «factores que lo han precipitado», sobre todo en el significado que le da la RAE de «desconcertar».
Porque por ejemplo, ha desconcertado a la sociedad, el sello que conmemora el «Centenario de la fundación del Partido Comunista en España». No entro ni salgo en que si debería haberse prohibido o no su edición, porque sin duda es un acontecimiento histórico y posiblemente, a recordar, pero la IU actual, al menos por las personas que conozco e incluso con las que he colaborado, son idealistas, y nada tienen que ver con lo que arrastró tras de sí, un Partido Comunista Leninista-Stalinista.
El 19 de septiembre, del 2019 el Parlamento Europeo igualó oficialmente los «asesinatos en masa, genocidios y deportaciones de ambos regímenes» durante el siglo XX. Los votos fueron 535 a favor, 66 en contra y 52 abstenciones.
Sin embargo esta votación no tuvo apenas difusión, como si quisieran que pasara desapercibida.
Incluso los asesinados por el comunismo Leninista, son muchísimo mayores que las del nazismo (Nacional socialismo), pero su imagen y repulsa social, son totalmente distintos.
El historiador ruso y premio Nobel de Literatura Aleksandr Solzhenitsyn, en el «Archipiélago Gulag», de 1973, cifró el número de víctimas de la represión comunista en 88 millones. Hoy se cree que las víctimas del comunismo fueron mas de cien millones. ¿Y cuantas fueron las del nazismo? De estos se tienen más datos y contabilizados, entre 5.659.600 y 5.673.100
La idea de que se pudiera comparar a ambos regímenes, ha sido siempre rechazada, con indignación, por los comunistas.
Ante estos datos, a nadie, se le ocurriría sacar un sello para celebrar el centenario de la fundación del Nazismo, ¿y por qué lo han sacado del Comunismo?
Pero hay otras cosas llamativas en España. Se han apresurado en retirar la tumba de Franco del Valle de los Caídos, y los restos de Queipo de Llano de la Macarena. Sin embargo en Moscú, se exhibe la momia de Lenin, y quienes han ido a verla comentan que además de la cola de gente para verla, llama la atención las grandes medidas de seguridad y vigilancia, que tiene. Y no creo que los van a verla sean comunistas, sino turista y curiosos.
Pero si trasladamos una situación semejante, a España, en Cataluña, en 1985 se le hizo una especie de Mausoleo a Luis Companys, Presidente que fue de la Generalidad durante la Guerra Civil y ejecutado el 15 de octubre de 1949 tras un juicio. Mausoleo al que llevan flores y le hacen un Homenaje cada 15 de octubre las Autoridades políticas y algunos ciudadanos. Incomprensible cuando se trata de uno de los mayores asesinos españoles.
Se conocen los nombres, de 8.129 personas, muertas por su decisión o siguiendo sus consignas, desde el anterior Presidente de la Generalidad, Francisco Jiménez Arenas, a periodistas, mozos de escuadra, médicos, religiosos, entre ellos 4 obispos y 1.536 sacerdotes, simplemente por ser católicos. Además de todo esto, fue creador de las chekas más crueles, que se conocen, donde se torturaba del modo más sádico. Hasta Himmler que visitó una de ellas, quedó impresionado.
Las cifras de represaliados por parte de una parte y de otra varían según las fuentes, aunque se afirma que fueron unas 200.000 personas las que fueron ejecutadas (los republicanos mataron a unas 50.000 –entre ellas 6.800 miembros del clero– y los nacionales a unos 130.000).
Pero por algunos de los casos de personas que fueron asesinados y que habían evitado el saqueo de objetos de arte o religiosos, como el sacristán de Talavera la Vieja, que salvó los cuadros del Greco, o incluso la farmacéutica emeritense Gloria Mira Agudo, sospecho que muchos de los represaliados, fueron asesinados, por los mismos a los que se les había impedido el que se hicieran con ellos, y así se quitaban de en medio a testigos molestos.
Fernando Delgado publicó un libro en el 2014, la «Guerra Civil en Mérida», cuyo éxito fue inmediato, porque se agotó rapidísimamente. En él cuenta el asesinato de esta mujer y cita un artículo del ABC del 3 de noviembre de 1938, destacando el carácter de esta mujer, que ayudaba a los mas pobres, y que recogió objetos de gran valor del convento de las Concepcionistas e incluso alojó a dos monjas en su domicilio hasta que «se calmaran los ánimos».
«Pero un día llegó a Mérida una turba de moros y mercenarios…cuando llegaron estos al centro de la ciudad se encontraron con doña Gloria, alta y bien grande, vestida de negro, como de costumbre. Brillaban en sus ojos la altivez y el desprecio.
-¡Grita arriba España¡ Le ordenaron los bárbaros
-¡Viva la República¡ Replicó doña Gloria y se desplomó atravesado el pecho de mujer buena por las balas de aquellos miserables.»
La Vanguardia ya había escrito el 27 de agosto de 1936 «Y luego, para que vieran que su embriaguez de crimen no hacía distingos, fusilaron a doña Gloria, una dama republicana culpable de ocupar un puesto destacado sobre los republicanos emeritenses»
Alguien me contó que la habían encontrado en las afueras de Mérida, en un abrevadero junto al acueducto de S. Lázaro. Lo que indicaría que fue llevada hasta allí y asesinada, y hasta el posible que fuera alguien que la conocía.
¿Hay que sacar rédito político de todas estas barbaridades que se realizaron en una Guerra Civil y su posguerra? Bueno está conocerlas para no repetirlas, pero no para aprovecharse de ellas.