En mis relatos sobre los paseos por las calles de Mérida, me frené, ante un reto que me abrumaba, el Puente Romano. En alguna ocasión he pensado reanudar, pero, me lo pensaba ante la gran historia que ha soportado sobre sí. La frase, con la que José María Álvarez definió a este monumento » Genitor urbis», » El engendrador de la ciudad» «El que dio la vida a la ciudad», define perfectamente lo que fue, y ha sido, durante siglos, esta obra de ingeniería romana, que ha grabado en sus piedras, muriendo y resucitando, una y otra vez, los avatares que durante siglos ha padecido y disfrutado Mérida. Resumirlo todo en unas pocas líneas, es imposible, pero sí se pueden recordar algunos acontecimientos que sufrió la ciudad y en los el Puente se convirtió en protagonista.
Quizás uno de los acontecimientos más terribles y cercanos y desconocidos que pudo haberlo destruido, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, ya fuera para evitar la entrada del enemigo a la ciudad o víctima de las riadas, fue el intento de voladura por milicianos republicanos en la Guerra Civil española. Porque el Puente pudo haber sido volado, un 10 de agosto de 1936, para evitar la conquista de la ciudad por las tropas nacionales.
Y aunque este hecho, es afirmado por unos, es negado por otros, porque ¿en una ciudad con un alto nivel de sensibilidad cultural, que fue capaz de crear una Escuela de Artes y que contaba con personas del nivel cultural y sensibilidad, como Juan de Ávalos, o excelente alcalde como fue Andrés Nieto Carmona, cómo podrían permitir que se colocaran cargas de dinamita para volar el Puente Romano?
Pues, porque quizás no podrían haberlo evitado aunque hubieran querido, ya que el mismo alcalde Andrés Nieto, se encontraba en ese momento, en Madrid y la ciudad estaba llena de milicianos ajenos a ella.
Fernando Delgado en su libro » La Guerra civil en Mérida», se hace eco de esta duda: » Hemos mencionado la intención de volar el puente romano por los milicianos, para evitar su penetración en la ciudad, pero en esto, como en otras cosas, no hay criterio unánime. Hay quienes piensan que la mecha no hizo el efecto que se esperaba, quienes dan el nombre del legionario u oficial que desactivó los explosivos y quienes piensan que nunca llegó a minarse el Puente, tarea facilísima dado los momentos de confusión.»
El motivo que apunta en su libro Fernando Delgado es que: «Los republicanos y socialistas emeritenses, que se habían desvivido por la cultura y la lucha obrera en la ciudad, no permitirían la voladura del Puente, al pensar que destrozaban parte del patrimonio de la ciudad y nacional».
Posiblemente, los emeritenses no lo hubieran permitido, pero la ciudad no estaba controlada por personas emeritenses, y estas no eran, ni moderadas, ni posiblemente con sensibilidad cultural.
Bartolomé Díaz de Entresoto, que vivió el momento, escribió: » Los contingentes de Mérida y otros pueblos con fuerzas de Asalto los dirigía el miserable capitán Medina».
Y ante las noticias que llegaban a la ciudad, del avance de las fuerzas franquistas . «El revuelo que esto producía en los milicianos era extraordinario, lanzándose a trabajos de fortificación. A minar los puentes y alrededores de la ciudad y a levantar las vías.»
¿ Les interesaba el Puente, o sólo querían frenar el avance de los nacionales?
Yo creo que lo segundo. No les hubiera importado el volar el Puente. En las viejas enciclopedias, no faltaba nunca, cuando de la historia de España se trataba, en el capítulo de los romanos, la imagen del Arco de Bará, cerca de Rosas, en Tarragona. Este había sido declarado en 1926 Monumento Histórico Artístico, algo que sin embargo, y no sé por qué querían volarlo, no fue motivo suficiente para que altos cargos de la CNT y FAI, procedentes de Vendrell y Torredembarra, intentaran destruirlo. Para ello colocaron una gran cantidad de explosivos, en uno de los pies, porque destrozado este, la Torre se desplomaría, pero quizás habían minusvalorado la ingeniería romana, y tras explotar sólo volaron una pequeña parte del mismo, que sería reparado posteriormente. He visitado varias veces este monumento, y la verdad, es que la reparación ha sido excelente, parece que se hizo con el material original que dejó la explosión.
Y sigue narrando las diversas teorías existentes sobre el hecho, del porqué no explotó esa carga colocada en unos arcos del Puente.
«Algunos cañonazos, especialmente efectivos, efectuados por el capitán Fernando Barón», (que tuvo una calle a su nombre hasta abril del 2005, que fue cambiado, como el de otros militares que tuvieron relación con la toma de Mérida por los nacionales, así, a la calle Capitán Barón, se cambiaría el nombre por el de Los Maestros, que anteriormente se había llamado Bastimentos (los bastimentos según la RAE son : las provisiones para sustento de una ciudad, de un ejército, etc.) ¿Hubo en esa calle un local en donde se almacenaban víveres y provisiones para la ciudad? Es posible y al perderse este uso, nada extraño que se le cambiara el nombre).
Uno de estos cañonazos, impactó en la central Eléctrica que había en la cabecera del puente, esto hizo que se desactivara la carga de dinamita, con lo que no pudo explotar.
Hasta hace unos años, en la fachada del Ayuntamiento, se conservó un agujero, cerca del reloj, que hizo uno de estos cañonazos y que se guardó sin tapar, durante muchos años, para recuerdo de aquellos acontecimientos.
José Luis de la Barrera, en su libro «Memorias y olvidos de la historia de Mérida» Cuenta como el diputado socialista Luis Romero Solano, refiere el estado de ánimo de la población y el desbarajuste de organización de los defensores de Mérida, ante la llegada de las tropas de Yagüe.
«En Mérida encontré un confusionismo enorme… El espectáculo que presentaban las galerías subterráneas del Teatro Romano, llenas de mujeres y niños que buscaban refugio contra los bombardeos de la artillería y de la aviación, era dantesco.»
En su libro, Fernando Delgado, cuenta, que a don César Lozano, el cura que salvó con su intervención la vida de muchos emeritenses, como los de los ferroviarios, impidiendo que fueran fusilados, tras ser tomada la ciudad, que el capitán Medina, al mando de unos milicianos llegados de Miajadas, le exigieron las llaves de la iglesia de Santa Eulalia:
«Me han dicho que o les entrego las llaves o me levantan la tapa de los sesos».
A estos recién venidos, les importaba poco el cariño de los emeritenses, independientemente del color político que tuvieran, a Santa Eulalia, así es que cogieron uno de sus trajes de color rojo, para «vestir las campanas» «Con ello se libraban de los bombardeos de los milicianos». También les sirvieron para cubrirlas las sotanas rojas de los monaguillos.
Don César procuró ser lo más amable que pudo con aquellos que habían ocupado la iglesia, para evitar que dañaran las estatuas especialmente de santa Eulalia, incluso invitándolos a un café, con pastas.
Pero no pudo haber sido peor idea, esta de colocar telas rojas, y menos que los milicianos, desde el campanario, dispararan contra los aviones con fusiles y ametralladoras, porque la aviación de Franco, el día 10 de agosto, viendo las campanas cubiertas de rojo, las bombardearon, matando una de las bombas a un operario de Renfe, que estaba en el cercano taller de reparaciones e hiriendo a algunas personas.
El día 11, ya se habían marchado los milicianos, quizás porque, como apunta D. César, el fuego fue tan intenso que todos temieron por sus vidas y vieron que no era un lugar tan seguro, como pensaron. Por lo que rápidamente, subió para recoger tanto las sotanas de los monaguillos, como el manto de Santa Eulalia, para evitar que la iglesia, en los combates que se estaban produciendo, fuera bombardeada o atacada de nuevo.
Todos estos acontecimientos, me hacen pensar que efectivamente, alguien puso explosivos en el Puente Romano, para volar parte de él y evitar la entrada de los nacionales.
Una misma idea, que se les ocurrió a los españoles en la Guerra de la Independencia para evitar la entrada de los franceses, y que casi todos dan por válida. como fue la voladura de algunos arcos del Puente, como resultado de este conflicto.
Sin embargo un estudio, de Fabián Lavado «Las guerras de Portugal, sucesión e independencia en Mérida (siglos XVII, XVIII y XIX)» afirma que si bien los españoles, y sobre todo los ingleses que les estaban ayudando, consideraron el 10 de marzo de 1811, volar los arcos 20 y 21, y este dato de la voladura es asumido por todos, sin embargo parece ser, que el ingeniero español, la desestimó, alegando que el hueco dejado, lo podrían rellenar fácilmente los franceses y no ser obstáculo para su paso. ¿Había además del estratégico, algún motivo más como el evitar una destrucción del Puente? Puede.
«El 10 de marzo llegan los franceses, la ciudad prepara su defensa volando, el ejército inglés, los arcos 21 y 22 del puente romano y colocando una batería de artillería en el Conventual. Previamente, los españoles habían considerado dinamitar el puente –también el de Medellín–, según se desprende de la carta remitida por el general Mendizábal al Marqués de la Romana el 7 de enero; pero tras el reconocimiento del coronel del Real Cuerpo de Ingenieros D. Manuel Lemaux, desisten debido a la escasa altura del puente, cuyos arcos cortados por las explosiones eran fácilmente rellenables, además de las islas y ruinas de edificios antiguos por donde los franceses podían redirigir la corriente y dejar secos dichos arcos»
Pero aunque no se destruyera en ese momento, las riadas de 1823 y 1860 ocasionaran destrozos importantes, que se repararon en 1878.
Y este Puente sobrevive, admirado por los visitantes y querido por los emeritenses, habiendo sido compañero de todas sus desgracias y alegrías y superándolas y viviéndolas, durante siglos.
Querido amigo Carmelo.
Como siempre tu inquieta pluma nos regala los episodios que han estado a punto de perpetrarse, lo que hubiere sido una catástrofe por los daños que habrían podido afectar al que hoy sigue siendo una inigualable joya del arte romano de nuestra Ciudad y monumento nacional, con amplia repercusión mundial.
Gracias Carmelo. Un fuerte abrazo
Gracias. La verdad es que han ocurrido muchas cosas, tantas que es imposible recordarlas todas, pero «scripta manent» que decían los clásicos, lo que se escribe permanece y resulta interesante ver los testimonios de la gente que ha escrito sobre ellos.
Os estoy enormemente agradecido por no publicar mi comentario.
Se ve a la legua que es un periódico digital independiente…..
En fín, que así nos va en éste país, luego váis pregonando «libertad» a los cuatro vientos.
Ver para creer.
Estimado señor Antonio Antúnez, su comentario fue publicado a las once de la mañana. No sabemos dónde habrá mirado, pero lo acabamos de comprobar y sigue colgado como comentario al artículo de don Carmelo Arribas. Lo crea usted o no sí somos independientes, nuestro único objetivo es Mérida, por, para y de Mérida. A pesar de su malestar, que se debe a un malentendido, le agradecemos su colaboración en el chat. Un fuete abrazo. Salud.