Concluido el fin de semana en Madrid, el lunes a las 07:30 horas de la mañana C salía del Intercambiador de Moncloa. En una hora estaría en Segovia.
En su maleta llevaba ropa de invierno -gorros de lana, guantes, bufandas- que le habíamos llevado de Mérida en una maleta llena hasta los topes. Ella trajo en la suya ropa de verano que ya no iba a utilizar.
A las 10:55 horas salíamos en tren desde Atocha Cercanías en dirección a casa. Antes, desayunamos en un bar regentado por unos asiáticos, detrás del Mercado de Antón Martín, en Atocha, junto al monumento que recuerda al atentado terrorista cometido por gente de extrema derecha en la calle Atocha -cerca del hostal donde nos habíamos hospedado- la noche del 24 de enero de 1977 contra cinco abogados laboralistas.
Madrid me parece fascinante a pesar de y por el caos, el ritmo, las prisas de la gente y como voy en plan turista, me llama la atención, tanta gente durmiendo en la calle o hablando sola y hasta la incomprensible cantidad de obras con las que uno se va tropezando.
Y también el hecho de viajar, aunque ahora me cueste más. Y es que uno encuentra vida e historias diferentes y a veces hasta a famosos donde menos se lo espera uno.
Regresando a Mérida, en la parada de Cáceres se subió al tren una señora con una maleta pequeña y un libro en la mano. Se sentó enfrente de MJ. Yo leía “Hamnet” de Maggie O´Farrell y MJ “Un día en la vida de Iván Denísovich” de Alexandr Solzhenitsyn.
Ella puso encima de la mesa el suyo, “El mar, el mar” de Iris Murdoch. Al menos sabe lo que lee, pensé.
Al rato y discretamente MJ me dijo que la señora que teníamos enfrente era actriz. Yo no la conocía, no sé mucho de cine.
Antes de llegar a Mérida, MJ le preguntó si era actriz. Nos comentó que sí, que era actriz de teatro, pero que también había hecho series y películas. MJ le comentó que la conocía por haberla visto en una película con Javier Cámara.
Comenzamos una conversación distendida, la mujer, muy educada, nos estuvo contando las diferencias entre ser actriz de teatro clásico que es lo que más le gustaba a ella y hacer series de televisión o películas. Hacer series no es actuar, es memorizar un papel de un día para otro y lo sabe muy bien porque ha actuado en algunas (esto lo busqué luego en internet) como “La que se avecina”, “Los hombres de Paco”, “Gran Reserva”, “Aquí no hay quién viva”, “Los Serrano”, “El comisario”, “Veneno” o “Padre coraje” y más.
Aunque tiene 73 años y dice que está retirada, cada vez que la llama su representante para hacer una obra de teatro, no lo puede evitar y regresa.
Nos contó que hizo magisterio, trabajó de maestra diez años, pero que luego estudió arte dramático que era lo que le gustaba y se convirtió en actriz. Su marido también lo había sido y su hija actúa ahora en el Teatro Real de Madrid-.
Ella empezó con Miguel Rellán y Alfonso Guerra, que dejó las tablas para hacerse político.
La mujer, que iba a Sevilla, nos dejó una grata impresión y la conversación hasta llegar a Mérida fue muy interesante. Nos comentó que la acústica del Teatro Romano de Mérida es maravillosa, que hasta existen arquitectos estudiándola para reproducirla en los teatros modernos, pero que resulta imposible de conseguir. No es muy conocida -se llama Mariana Cordero- pero por lo que he visto en internet, tiene mucho nivel.
A las 15:05 horas estábamos en Mérida, con un tren puntual -tanta mala fama del tren extremeño a lo mejor no es tanta- con un poco de morriña del ruido, el tráfico, las prisas y las gentes de Madrid.