Desayunamos temprano. Queríamos aprovechar el día junto a nuestra hija a la que no veíamos desde hacía un mes. Nuestra intención era visitar algunos de los museos de Madrid. CentroCentro en la plaza de Cibeles para una exposición de Monet, uno sobre “Maestras” en el Thyssen en el Paseo del Prado, el Museo Sorolla más hacia la Castellana o “Amazonia” del fotógrafo Sebastiao Salgado en el Museo Fernán Gómez, en Colón.
Enseguida cogimos un taxi, pero fue en balde. Todas las calles para poder llegar a la zona de esos museos -Paseo del Prado, Recoletos- estaban cortadas de nuevo. Primero por una maratón urbana y luego por la macromanifestación que iba a tener lugar en la Puerta del Sol y calles aledañas.
El taxista nos dejó junto a la Plaza de Cibeles junto a CentroCentro. Para ver a Monet la cola era larguísima, aunque no tan grande como para ver al rey León o para comprar lotería de Navidad en Doña Manolita, como comprobamos más tarde.
Como intentar llegar al Thyssen o al Museo Sorolla era tarea imposible debido a la marea de gente que inundaba las calles y eso que aún no eran ni las once de la mañana, decidimos ir, andando, descansando cada poco, a la plaza de Colón al Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa.
Era increíble la cantidad de personas que iban desde el barrio de Salamanca, por donde pasábamos nosotros, en dirección a la Puerta del Sol. Muchas personas con los llamados “fachalecos” y con banderas, muchas banderas de España. Iban a un mitin del PP contra la amnistía.
Me pareció (es una percepción mía) que la gente iba seria y con decisión y escuché muchas frases espontáneas que tampoco quiero sacar de contexto, pero que sonaban raro. Desde lo de Perro Sánche o que te vote Txapote hasta un tipo que dijo en voz alta cuando vio que la policía colocaba vallas para cortar la calle: “A nosotros sí nos ponéis vallas, pero a los moros no soy capaces”, que no sé si tiene mucho que ver con la ley de amnistía o con lo que reclamaban.
Pero sigo contando mi estancia en Madrid del pasado domingo con mi hija, que para mí, y siguiendo las directrices de Belén Esteban cuando dijo: “Yo por mi hija MA-TO”, era más importante que cualquier otro asunto.
Para ver la impresionante y laberíntica exposición Amazonia de Sebatião Salgado que convivió con doce poblaciones indígenas en el Amazonas a las que fotografió, tuvimos que sacar las entradas para las seis de la tarde ya que el centro cultural estaba completo.
Era ya cerca de la una del mediodía y todavía seguía yendo gente a la Puerta del Sol mientras otros ya volvían envueltos en la bandera de España o enarbolando los banderines bicolor (rojo y gualda). Alguien comentó que por lo menos había allí cien mil personas.
Estuvimos en la FNAC de la calle Goya donde aproveché para comprar “Septología” de Jon Fosse.
A las dos y algo pillamos un taxi para ir a comer a un bar colombiano -arepas, carne mechada- en el Paseo de las Delicias.
Las calles seguían cortadas, no sé ni lo que tardamos en llegar.
Después paramos en un “T4 & Run Run Chicken Spain”, en una de las calles de bajada de la Plaza Mayor. Aquí venden unos tes y unos batidos con gominolas muy raros. También pasamos por el Pasadizo de San Ginés (con colas imposibles) donde habían estado hacía no mucho unos músicos de K-Pop, ídolos de mi hija.
En una de las tiendas de libros usados de Madrid, en la calle Mayor, una tb Tik books, compré cuatro libros por diez euros.
Por la tarde vimos la exposición de Sebastiao Salgado. Más de 200 fotografías de gran formato, varias películas documentales y de fondo una banda sonora compuesta especialmente por el músico Jean-Michel Jarre y una ambientación con los sonidos reales de la Amazonia.
Espectacular. Aunque tanto paisaje en blanco y negro llega a saturar, los retratos de indígenas merecieron la pena.
De ahí, de nuevo al hostal de la calle Atocha y poco más que contar.
Aún vimos a gente enarbolando banderas de España, pero con la multitud de personas que pululan por el centro de Madrid, casi pasaron desapercibidas en comparación a la marabunta de por la mañana.