Hace tiempo, cinco o seis años, estaba hablando con mi gran amigo V en una de las aceras de la antigua carretera de la Corchera, cuando frenó a nuestro lado un inmenso autobús. Enseguida, de la puerta del acompañante del conductor salió un señor bastante alto que, un tanto nervioso, nos preguntó por la rotonda de Ceres.
«Ni idea», le contestamos al unísono y -al menos yo- un tanto avergonzados.
Nos comentó que había quedado en esa rotonda con un guía para hacer una visita panorámica con el autobús por la ciudad. Le comenté -patéticamente, luego me di cuenta- que yo sabía que en Mérida hay, en algún sitio, una estatua o efigie dedicada a la diosa Ceres, la de los premios, pero que ahora mismo no caía en dónde podía estar situada. «Sí», me dijo, «he buscado en Google maps la dirección y no aparece nada».
Para terminar de arreglarlo -inteligentemente- le pregunté: «¿Y sabe el nombre de alguna calle cercana?».
El hombre, acuciado por las prisas, me miró como diciendo: «Este tío se quiere quedar conmigo… si no encuentro la rotonda de Ceres por ninguna parte ¿voy a saber el nombre de calles cercanas a ella?».
Me quise referir, como dándolo por hecho, que le preguntara con el móvil al guía que les estaba esperando, que qué calle había por allí cerca.
Se subió al autobús y, cuando me iba a despedir de mi amigo V, el hombre volvió a bajar del autobús, y dirigiéndose todo el tiempo -con razón- a V le dijo:
«La calle Octavio Augusto. Al final de esa calle está la rotonda de Ceres».
Así fue fácil informar.
En aquellos tiempos -cuando salía a “andar” todas las tardes- pasaba por esa rotonda de Ceres todos los días.
La rotonda de Ceres está situada en la calle Cabo Verde, más conocida como «la de Superbol» -que fue con Disa Spar, uno de los primeros supermercados que abrieron en Mérida-, entre la barriada de la Argentina, uno de los laterales de lo que era el cuartel «de los soldaos» y el antiguo paso a nivel del Hipódromo que ahora es un túnel.
Ahora que caigo -en otro alarde de suprema inteligencia…- ya sé por qué siempre que paso por esa rotonda la veo lleno de autobuses de turistas aparcados en la acera…si van bien de tiempo, lo mismo resulta que es que están esperando al guía que les haga una visita panorámica por esa ciudad privilegiada y romana que es «la mía» y que se llama Mérida porque quedan en la rotonda de Ceres.
Con lo que me gusta quedar bien con los turistas -he llegado a meterme en el coche de una pareja hasta llevarlos hasta los garajes del Parador- el día ese al menos aprendí donde está Ceres, en la calle Octavio Augusto, si es que no “me” la han vuelto a cambiar de sitio.