En la calle Graciano, la chatarrería de “los Pla” y la Huerta de Otero que estaban casi «pared con pared» con el Alcazaba (visigodo, árabe, romano, medieval) de Mérida, han encontrado una casa romana con unas termas, cuatro mosaicos, un montón de Historia y unas escaleras de mármol de hace dos mil años (año más, año menos) que se conservan en muy buen estado.
En los años ochenta del siglo pasado la Movida de Mérida transcurría por la calle John Lennon y aledañas, entre ellas, la calle Graciano, la del Alcazaba. Allí mismo, en lo que fue la nave de los Pla -calle Ciñuelas-, montaron una discoteca. Se llamaba La Fábrica. No creo que durara abierta ni un año. Fue de las que no nunca llegó a ponerse de moda.
A esa discoteca me acercaba los viernes noche allá por 1989 a tomar algo antes de meterme de lleno en la vorágine de la Movida (por decirlo finamente).
El corralón-discoteca estaba cuesta abajo, era inmenso y tenía cuatro ventanales altos y bastante sucios. Cuando entrabas tenías que orientarte casi a tientas y bajar unos quince o veinte metros (esa es la percepción que yo tenía) hasta llegar a la interminable barra.
Yo me acercaba a ella discretamente, ponía un codo en la barra, pedía un Dyc con cola y observaba a la gente pasar. Si no había mucho que mirar, que era lo habitual -allí casi nadie bailaba-, me ensimismaba y me concentraba en mi «dosis» de cubata y poco más. A veces me ponía a hablar con alguien de simplezas o superficialidades. Lo normal.
Uno de aquellos viernes noche me fijé que en mi mismo lado de la barra -yo me ponía en una esquina, como si fuera a tirar un córner-, había un tipo un poco más bajo que yo, con pinta de futbolista. Me llamó la atención porque bebía algo que no se conocía en Mérida por aquellos entonces: un bifíter (Beefeater) con tónica. O al menos yo no lo conocía.
Creo que por lo de la extrañeza de los bifíter empezó nuestra «amistad».
El chaval, un par de años mayor que yo, jugó en el Mérida de 2ª B en la temporada 1989-1990 (en un equipo formado por gente que yo conocía como Gori, Edu Martínez, Javi Ollero, los porteros Portu y Juanin, Edu y Pepe Pla, Ortiz y creo que también Macareno) y, por aquellos entonces, estaba lesionado.
El Mérida lo había fichado del Burgos. Antes había jugado en el Elche y en el Castilla, filial del Madrid.
Hablando con él, le comenté que a mí -en un equipo del primero que me fijo es del medio centro- me parecía un gran futbolista mezcla de lo recio de Julio Prieto, el toque mágico de Iván de la Peña, la presencia de Schuster y los pases milimétricos de Del Bosque- y que me extrañó que no hubiera jugado nunca en Primera División.
A pesar de ser bastante discreto, me contó que estuvo a punto de dar el salto del Castilla (el de Michel y Butragueño) al Madrid, pero que eligieron a otro de su equipo que jugaba en su misma posición -el centro del campo- aunque algo más ofensivo y que era bastante más alto que él. Luego supe que se refería a Aldana.
El futbolista del Mérida con el que hablé en la discoteca La Fábrica en la Huerta de Otero, se llamaba José Benito y era conocido como Blanco-Vila. Del Mérida al final de esa temporada, pasó al Ourense (su pueblo, creo) y poco después, antes de cumplir treinta años, se retiró del fútbol definitivamente.
Como de todo esto hace treinta y tantos años años, puede parecer que ya no queda nada. Al menos que permanezcan estas pinceladas sobre un muy buen futbolista que casi nadie recuerda, para que de aquí a dos mil años alguien encuentre unas termas inmejorables, cuatro mosaicos, un montón de Historia, unas escaleras de mármol y los nombres de unos cuantos futbolistas y personas que no le sonarán a nadie.
Muy bien Guille, me has hecho recordar aquellos felices años y aquellos lugares donde nos moceabamos.
GRACIAS.
Gracias a ti, un saludo.
A ver, que La Fábrica se mantuvo abierto unos pocos de años, que en el 1989 yo tenía 12 años y cuando empecé a salir de bares y discotecas seguía abierto.
Quizás entonces -en 1989- el local se llamaba La Huerta como me han comentado en otra red social. Gracias por los comentarios.