En la punta de lanza de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, el big data, el metaverso y la estafa virtual ferroviaria, hemos inventado en Extremadura el AVE sin cables, la alta velocidad a diésel, las elevadas prestaciones a la inversa y los trenes a paso de procesión. El presidente de lo que queda de la Renfe entró en bureo y decidió adoptar una medida revolucionaria para conseguir que la gente no tenga la sensación de que llega tarde: en los trayectos a Extremadura se suprimen en todas las estaciones y en los trenes los relojes, se prohibirá el uso de los móviles (para no ver la hora) y los usuarios serán cacheados revisando relojes de muñeca.
Asunto solucionado. Este tío es un genio, por eso Isaías Táboas (que así se llama el caradura) cobra 171.341 euros al año, prebendas aparte (que suman otro tanto). De este Táboas, espantajo prodigioso y bien pagado, destaca en su currículo que fue secretario general de la Generalitat de Montilla y secretario general de Transportes (del PSOE, claro). Con razón sabe tanto de trenes. Con razón ha dicho, con mucha prosopopeya, que de dimitir ni mijita (yo tampoco lo haría cobrando lo que cobra), tampoco dimitirán los miembros de su consejo, caterva plagada de políticos (del PSOE, claro) y de especialistas ferroviarios como el guardaespaldas del exministro Ábalos.
La cuestión estriba en los motivos por los que le endosaron al AVE extremeño la responsabilidad de su trazado a los políticos y no a los técnicos, empezando por Rodríguez Ibarra que decidió -cuando mandaba- no hacer Madrid-Lisboa en línea recta, como pedían los ingenieros, sino zigzagueando a través de toda Extremadura. En Bruselas se quedaron admirados, atónitos y pasmados tanto que ralentizaron la ocurrencia hasta ahora. Y lo que te rondaré chemin de fer.
Es verdad que a la velocidad que va el tren se puede disfrutar del brincar de las cabras, el retozar de las ovejas, el desasosiego de las vacas y el cabreo de los extremeños. Menos es nada.
Cuando uno era joven, hace cinco décadas, Shocking Blue cantaba “Nunca te cases con ferroviario” (Never marry a railroad man en el original) himno que he aprovechado para escucharlo mientras juntaba estas letras y que por alusiones les copio unas estrofas:
Nunca te cases con un ferroviario
Le encanta que de vez en cuando
Su corazón esté en su tren de mulas, no-no-no
No caigas en amor con un ferroviario
Ir siempre mejor «alrededor de él, no-no-no
No-no-no, no-no-no, no-no-no
Lo del tren de mulas me parece premonitorio. ¿O no?
Lo malo de todo que se ríen de nosotros en nuestras propias caras y no hacemos nada por remediarlo.