Cuando uno quiere investigar sobre un determinado tema, suele acudir en primer término a la Wikipedia, que se ha convertido en el sustituto de consulta de las antiguas enciclopedias, incluida la Espasa. Pero si conoces un tema, a veces te das cuenta de que no todo lo que aparece en ella es correcto. Aún así he consultado un acontecimiento que comenzará este lunes 18, en la Basílica de Santa Eulalia, el Trecenario, y lo describe de la siguiente manera: «En la última semana de septiembre tiene lugar el Trecenario de Santa Eulalia, una tradición que se remonta al siglo XVII. Se trata de un ejercicio de piedad que, durante trece días, va recorriendo los diferentes martirios sufridos, según la tradición, por la niña mártir. Los emeritenses y devotos de la santa llenan en esos días la Basílica en las diferentes celebraciones, que se extienden a lo largo de todo el día. El trecenario culmina con un besamanos a la imagen titular y con la celebración del «Ramo de Santa Eulalia»; la subasta del Ramo, consiste en la subasta pública de diversos dones que los devotos ofrecen a la santa. Su origen podría estar asociado a la época, en que el Concejo de la ciudad abandonó el patronazgo de la antigua Cofradía, mediados del siglo XIX.»
Y así explica, en pocas líneas, en lo que consiste. No parece, que pudiera decirse algo más, sin embargo esta celebración tiene un trasfondo mucho más complejo, y permite profundizar más sobre esta devoción, que es una auténtica “rara avis” en las prácticas devotas, ya que lo habitual, son las novenas, triduos y hasta quinarios, pero lo de Trecenario, no es que no sea habitual, sino que el Trecenario de Santa Eulalia, es, en su forma de celebrarse, único. Existen algunos como el de San Antonio de Padua, conmemorándose, durante trece martes. El origen de estos fue inicialmente nueve, aunque quizás se subió a 13 porque este fue el día de su muerte, el 13 de junio de 1231, y el motivo de los martes se debe a la gran cantidad de milagros que obró San Antonio de Padua el martes siguiente a su defunción.
El otro existente, además del de Santa Eulalia, es el de San Francisco de Paula, instituido por él mismo, en fechas cercanas al 1490/95, en Tours (Francia). Porque se sabe que recomendaba su Trecenario a la gente que acudía a él, por enfermedades o contratiempos. Este Trecenario constaba de Trece viernes que conmemoraban los Viernes de Pasión de Cristo, en una corriente pasionista, que se iba desarrollando. Consistía en trece Padrenuestros y una breve reflexión sobre la pasión y muerte del Señor, y no había fecha concreta, para hacer este trecenario, era una devoción que se podía hacer privadamente, en cualquier época del año. A su muerte, los frailes Mínimos, que fundó, la convirtieron en “un ejercicio piadoso en honor de San Francisco de Paula”, hasta la actualidad.
Una de las preguntas que surgen es: ¿Por qué en septiembre? No es la única manifestación festiva o religiosa que se celebra a finales de agosto o entrado septiembre. Todas las explicaciones a este hecho, que se dan, es porque en estas fechas ya se han acabado las faenas del campo y sabe, de qué dinero se dispone además de descansar de la dureza de las labores agrícolas. Incluso en muchos documentos se hace constar, cómo para San Miguel, se renovaban o no, los contratos para el año, a jornaleros y pastores dependiendo de cómo había sido la recolección. Así pues, deberíamos pensar que en septiembre han amainado los duros calores veraniegos, y son unas fechas de menos trabajo en el campo, además de poder agradecer a la mártir, los buenos resultados en la siega o vendimia, o en caso contrario, solicitarle ayuda para que el año agrícola que empezaba, fuera más propicio.
Sabemos cuándo surgieron estos dos Trecenarios, pero la fecha de inicio del de Santa Eulalia nos es desconocido. Se supone una fecha aproximada, pero es de dudosa comprobación, (yo no conozco documento alguno que las corrobore). Es interesante saber, cuáles son los orígenes de las manifestaciones religiosas porque, es evidente, que todas tienen un trasfondo simbólico.
Los triduos, son tres días, como recuerdo de la Trinidad, los quinarios, muy habituales en algunas Cofradías, tienen su origen en las cinco llagas de la Pasión de Cristo, las novenas, como afirma Thomás Piferrer en su libro: “Trecenario en Honor de la Gloriosa Virgen Santa Eulalia Prothomártir Española Patriarca, y patrona de la Ciudad de Barcelona”, editado en 1772: “La piedad de los Fieles introduxo la devoción de venerar a los Santos por espacio de nueve días por ser este número místicamente significativo de la Beatísima Trinidad, por contener en número ternario tres veces o por sí mismo multiplicado…”. ¿Y los trecenarios? ¿Cuál es el origen de esa extraña cifra? Porque el mismo autor sigue diciendo: “sin embargo la piedad de los Barceloneses, queriendo dar culto, y honra particular a la Noble Patricia, y Benéfica Patrona, la Virgen Santa Eulalia, que en su suelo derramó la Sangre por la Fe de Jesucristo, la primera de las Españolas; añadió al número de nueve, cuatro días más, dedicando a su Insigne Tutelar un Trecenario de días, en significación memoria, y honra de los trece particulares Martirios».
Cabe preguntarse qué fueron antes en su intencionalidad, los trece martirios o el número trece que incrementaría la posible novena que se pudiera estar realizando. Yo creo que posiblemente fue antes la idea del número trece, al que se añadirían los martirios para dar contenido a este Trecenario.
¿Y cuándo ocurrió ésto? Como se ve en la Wikipedia, quien hiciera el artículo coloca este hecho en el S.XVII. Carezco del conocimiento de la documentación, que corrobore esta afirmación, pero ya se ve como en el S.XVIII, en Barcelona, era una práctica consolidada, tanto que al menos hay dos ediciones de este Trecenario, y la fecha que ponen los poseedores, de los libros que se conservan, como propietarios de los mismos son del S.XIX, lo que nos confirma la implantación de este culto en Barcelona, posiblemente importado de Mérida, resistiendo al tiempo.
¿Pudo tener un origen anterior? Posiblemente sí, y es posible que su origen fuera a finales del S. XVI, fruto del ambiente religioso que se vivía en esos momentos en Extremadura, de una vitalidad extraordinaria. sin embargo, Bernabé Moreno de Vargas, en su Historia de la Ciudad de Mérida, editado en 1633, tan concienzudo en reflejar hechos históricos de la ciudad, no hace mención de esta devoción, pero sí muestra el interés por todo lo relacionado con la santa, como la creación de un retablo para la iglesia. Así, dice:
“En el año 1514, por cédula del Rey Católico, dada a pedimento de Alonso Martínez, vicario de Mérida, dio la ciudad 30.000 maravedíes (un estudio coloca el valor de 1 maravedí del S.XV, como unos 16 euros actuales, un valor muy respetable en aquella época) a la iglesia de Santa Eulalia. Entonces, entiendo se puso el retablo, pues en antigüedad y las armas que tiene de los Reyes Católicos, así lo manifiesta.”
Todo esto, nos introduce en un mundo espiritual, del que tienen reflejo las obras de Luis de Morales, al que encontré un simbolismo pasionista en sus obras, mostrando crípticamente unas ideas místicas y religiosas que serían seguidas por grupos determinados, casi ocultamente, para eludir sospechas de doctrinas heréticas, como le pasó a San Juan de Ávila, que tuvo relación en Badajoz con estos grupos y fue apresado por la Inquisición. Hay pues un pasionismo y unas corrientes religiosas que buscan engrandecer los elementos base de sus prácticas religiosas, y en este punto se encontraría la figura de Santa Eulalia, que para hacerla más semejante a Cristo, engrandecieron a trece sus martirios. ¿Por qué el número trece? Según nos dice Jean Chevalier en su “Diccionario de simbolismo” El trece siempre había sido, y todavía queda un residuo de esta idea, en la sociedad moderna, un número místico y frecuentemente asociado al mal.
Y para demostrarlo recuerda, que en la Santa Cena eran 13, tras la que Judas entregó a Jesucristo. O que el decimotercer capítulo del Apocalipsis de San Juan, es el que habla del Anticristo y de la Bestia. “Y yo me paré sobre la arena del mar, y ví subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos tenía diez diademas, y sobre las cabezas de ella, nombres de blasfemia».
Pero yo creo que la idea más exitosa en ese momento, no era esa, sino como dice Eduardo Cirlot, en otro:
“ Diccionario de simbolismo” “El trece es el símbolo de la muerte y el nacimiento, el cambio y la reanudación” Y me apunto a este aspecto, y creo que este fue el sentimiento por el que se instauró el Trecenario, como el símbolo de la muerte y sufrimiento de Santa Eulalia, a la que para engrandecer su figura colocan trece martirios, por los que sufre y muere, pero que a su vez, son el instrumento por el que se produce su renacimiento en el cielo.
Esta devoción en Mérida, como se insinúa en algunos documentos, debía de tener una protección institucional, y el Concejo de la ciudad, correría con la organización y gastos del mismo, pero dejó hacerlo en el S. XIX, y ello dio pie a actos para conseguir ingresos, que posteriormente serían una parte casi sustancial y popular del final de las celebraciones, del Trecenario, juntamente con el Besamanos, como son las subastas y entre ellas la del Ramo.
En la Mérida industrial, pero sobre todo agrícola hasta los años ochenta, se subastaban o rifaban, bienes donados por los emeritenses como, gallinas, conejos y hasta terneros
.La tradición continúa, siendo el Trecenario uno de los actos devocionales más multitudinarios, de la ciudad, ya que se repiten cuatro veces al día, y en los que cada día participa un sacerdote distinto de las diversas parroquias tanto de la ciudad, como de fuera, haciendo partícipes, a todos los ciudadanos, de esta devoción centenaria.
Solamente puntualizar que San Antonio (que conocemos de Padua), era de Lisboa (Portugal).
Muy bien por la historia de la virgen mártir