En la primera parte, recordábamos los datos y los documentos que nos mostraban, la posible llegada de grupos de gitanos a España, por el S. XV , y cómo Alfonso el Magnánimo, en 1425, concedía una carta de paso a un jefe gitano con su gente, ordenando que fuera bien tratado: «…Como nuestro amado y devoto don Juan de Egipto Menor… entiende que debe pasar por algunas partes de nuestros reinos y tierras, y queremos que sea bien tratado y acogido… bajo pena de nuestra ira e indignación…»
Por este supuesto origen, de Egipto, los gitanos son llamados, en un primer momento, Egipcianos, palabra de la que derivaría «gitanos». con la que desde entonces se les define.
Acabada la Reconquista, no es bien visto el nomadismo que practican, algunos grupos, y los Reyes Católicos emiten, en Medina del Campo en 1499, una Pragmática exigiendo su sedentarizacion: «Mandamos a los egipcianos que andan vagando por nuestros reynos y señoríos con sus mugeres e hijos, que del día que esta ley fuere notificada y pregonada de esta nuestra corte, y en las villas, lugares y ciudades que son cabeza de partidos fasta setenta días siguientes, cada uno dellos vivan por oficio conoscidos que mejor supieren aprovecharse, estando de estada en los lugares donde acordaren asentar o tomar vivienda de señores a quien sirvan, y los den lo que hobieres menester, y no anden más juntos vagando por nuestros reynos, como lo facen, o dentro de otros setenta días próximos siguientes salgan de nuestros reynos, y no vuelvan a ellos en manera alguna; sopena que, si en ellos fueren hallados o tomados, sin oficio o sin señores, juntos, pasados los dichos días, que den a cada uno cien azotes por la primera vez, que los corten las orejas, y estén setenta días en la cadena, y los tornen a desterrar, como dicho es; y por la tercera vez, que son captivos de los que los tomaren por toda su vida…»
Todo esto desembocaría, en escasos siglos, en la situación que estamos contemplando, originada por la preocupación de los gobernantes en conseguir que estos grupos, dejaran el nomadismo y se asentaran en ciudades y pueblos. Así en 1717, ya se había ordenado la residencia forzosa en 75 ciudades. Madrid, por esta causa, se llenó de gitanos a la espera de saber cual era su destino, la lentitud de las actuaciones, provocó incluso el enfado del propio rey. Pero el gran fracaso de la operación «Redada», se debió a que se actuó, precisamente, contra esas 881 familias que se habían asentado en diversas poblaciones, y cuyo paradero era conocido, con lo que se desbarató la intencionalidad de asentarlos e integrarlos, produciendo situaciones de gran injusticia, como posteriormente fue reconocido. Motivo por el que no se acabó con el nomadismo, sino mas bien al contrario, y se provocó la huída de las ciudades.
El trasfondo de esta ley, era el orden público. La reciente guerra de Sucesión, que daría el trono a Felipe V, instaurando la dinastía de los Borbones. Esta guerra, comenzaría tras la muerte, sin descendencia, de Carlos II «el Hechizado», y en ella se enfrentaron los partidarios austríacos y los de los borbones, y duraría desde 1701 a1713, aunque la resistencia en Cataluña y Mallorca, tardaría todavía años, en vencerse. Esta guerra, y sobre todo la posguerra, originó, la existencia en los campos, gran cantidad de maleantes y de restos de tropas mercenarias, que se dedicaban al pillaje y cuyos delitos, se achacaban frecuentemente a los gitanos. Había pues que erradicar estos problemas.
No sería sólo en aquella época, en la que se imputaría a los gitanos delitos cometidos por otros. En los años 40 y 50, ante la presencia de gitanos nómadas, en las afueras de los pueblos, se originaban robos de cerdos, gallinas, conejos e incluso de objetos y dinero dentro de las casas, cuando estaban trabajando los moradores en el campo. Siempre se adjudicaban estos robos, a los gitanos recién llegados, aunque, con frecuencia, se descubría que estos robos habían sido hechos por algunos vecinos del pueblo, que aprovechaban su presencia, para señalar a los gitanos, como los causantes de las sustracciones.
Así pues D. Zenón de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada, ejecutó un plan que ya había sido ideado por su antecesor, y que se debía desarrollar, para conseguir el éxito, con una minuciosidad, que vista la lentitud burocrática de aquella época, no deja de asombrar. Las órdenes debían ser entregadas por un oficial del ejército al corregidor, y abrirlas en un día determinado. Nadie, ni oficial ni tropas. conocían el objetivo de esta misión. Tras abrir los sobres, se coordinarían ejército y las fuerzas de orden público locales. Se cortaron las calles, y mediante el censo se detuvieron a los gitanos presentes, interrogándoles sobre los ausentes y el lugar donde se encontraban, siendo igualmente detenidos. Se les separó en dos grupos; hombres mayores de «siete años» y mujeres y niños menores de esa edad. A los primeros se les envío, a trabajos forzados, a los arsenales de la Marina, y a las minas, y al segundo grupo a cárceles o fábricas, a tejer. El motivo de las separaciones era evitar nuevos nacimientos.
Cierto es, que no se les denominaba gitanos, ya que tal palabra había sido prohibida por la Pragmática de 1663, en la que se decía que; «se castiga la palabra gitano, pues el llamar gitano a alguien es delito de injuria». Empezó a llamárseles, castellanos nuevos.
El traslado a los lugares de castigo, fue inmediato y se financió con los bienes requisados a los detenidos.»Si fuera necesario el rey (Fernando VI), bajo cuyo reinado se fraguó la Gran Redada, cubrirá los gastos».
Se supone, que fueron detenidos, entre 9.000 y 12.000 gitanos. Algunos se presentaron voluntarios pensando que se trataría de algún asunto administrativo ya que hacia poco en 1717 habían sido realojados en diversas ciudades.
Aun así hubo excepciones, ya que los Corregidores conocedores de la ciudadanía, ordenaron, que ciertas familias no fueran molestadas por estar arraigadas y apreciadas por el vecindario, así como aquellas gitanas que se hubieran casado con un no gitano, pero sí, los gitanos casados con no gitanas, que también serian deportadas juntamente con sus hijos. Y aunque se dispuso horca para los fugados, las autoridades locales se negaron a cumplir tales órdenes.
El 7 de septiembre de 1749, el Marqués de la Ensenada, se reúne con sus consejeros, y se piensa en la deportación a América. La defensa de los presos, y los recursos interpuestos por algunos vecinos en defensa de algunos gitanos ya asentados y de oficios conocidos, y sobre todo la constatación de que habían detenido a los gitanos equivocados, ya que los sedentarizados eran importantes en las economías locales, los herreros eran muy necesarios en una sociedad, en la que los animales de tiro y los caballos constituían la fuerza del trabajo y el medio de locomoción; y el arreglo de aperos de labranza y el herrado de caballerías algo imprescindible para el buen funcionamiento de un pueblo. Sin embargo, los nómadas seguían sueltos. Esto provocó una reacción de los gitanos detenidos, que vieron cómo los intentos por integrase habían sido castigados. Se inició la liberación, incluso algunos arsenales de la Marina lo hicieron sin orden, pero surgieron nuevos problemas, los bienes de estos habían sido subastados o gastados.
Sería Carlos III el que en 1763, proclamó el Indulto general para todos ellos. Pero los problemas de reubicación, y la necesidad de cambiar la legislación harían, que hasta 1765, la Secretaria de Marina no diera la orden de la total liberación. Dieciocho años más tarde en 1783, aún consta que se liberaban algunos gitanos en Cádiz y el Ferrol.
En 1783 Carlos III promulga una nueva Pragmática, basada en la de 1772. En ella se les prohíben los trajes diferentes, el idioma y se les obliga a asentarse, pero pueden hacerlo en cualquier lugar que deseen, siempre que no sean sitios reales. Pide que se borre la palabra «gitano» de aquellos documentos, en los que pueda considerarse ofensiva y obliga a los gremios a admitirlos en ellos, si ellos lo desean. Pero si continuaban vagando, se les sellaría en la espalda y se les condenaría a muerte en caso de reincidencia. Especial interés tiene lo de la educación de los niños, a los que se meterá en un hospicio, si los progenitores no se comportan de modo adecuado.
De esta manera se acababa momentáneamente con una legislación punitiva, en la que sobre todo, tras la «Gran Redada», se pretendió exterminarlos. Todavía en épocas más recientes, en la República, se les aplicaría la «Ley de vagos y maleantes», de 1933 cuyo objetivo final era controlar de alguna manera a “pordioseros, rufianes, vagabundos, proxenetas” y todo aquel que no pudiera demostrar domicilio fijo ni empleo o medio de sustento. Pero en 1970 se sustituye esta ley por la de «Peligrosidad y Rehabilitación Social,» en la que ya se incluyen; drogadictos, prostitutas e inmigrantes ilegales. Esta ley se derogaría en su totalidad el 23 de noviembre del 1995.
Y hasta ahora.
Desde entonces, la integración social, ha sido casi total. La «trata» de ganado, ya desaparecida, ha tenido su alternativa, en los mercadillos, con lo que se mantiene, ya muy difuminado, ese sentimiento de nomadismo, y forma de sentir la vida, que les ha acompañado durante siglos en España, y que ha sido superviviente de múltiples acosos, persecuciones y redadas, que han sufrido durante cientos de años.
Quizás habría que hacer alguna referencia a su especial sensibilidad, para el cante y el baile, algo que algunos incluso consideran como algo inserto en la esencia del ser gitano y un resto no perdido de su origen de Rajastán, India .
Así, Aziz Balouch, un cantaor e investigador del cante, de origen pakistaní, llegaba a esta conclusión: «Después de más de veinte años de investigaciones sobre el origen y raíz del Cante Jondo andaluz, he llegado a la conclusión de que éste, especialmente en sus modalidades “soleares”, “seguiriyas”, “serranas”, “fandanguillos”, “martinetes”, “cañas”, “polos” y otros más, tienen auténtica afinidad con el cante folklórico Indo-Pakistán. Como un modesto cantor de la música Indo-pakistaní y Cante Jondo, habiendo vivido en ambos países, y cantado en ellos, llegué a experimentar de cerca, en sus más hondas raíces, el sentimiento que ambos cantes entrañan.».
Pero todo esto, requeriría otros estudios más profundos.