“Españoles en el mundo”, es uno de los programas más longevos de la historia de la televisión española, casi tanto como “Saber y ganar” del jovial presentador Jordi Hurtado Torres. A uno de enero de 2022 eran 2.742.605 las personas con nacionalidad española que residían en el extranjero. Por ello no es de extrañar que nos encontráramos algún compatriota en Estocolmo.
Antonio Molina fue un intérprete de canción española y embajador de nuestra cultura, famoso en los años de postguerra y el primero de una saga de artistas que llega hasta nuestros días. Antonio Molina Medina, es un intérprete de la gastronomía española e igualmente embajador de esa faceta cultural tan nuestra que nos recibe en los aledaños de la embajada española.
Es curioso que, los mediadores de la compañía de seguros “Plus Ultra”, hayamos llegado pidiendo acogida en su humilde posada para que, un cocinero español e hijo de corredor de seguros, tenga que salir de su sagrado templo e intentar descubrir a qué se debe el alboroto en “Villa Godthem”, maravilloso restaurante donde imparte su magisterio.
Kungstradgarden es el parque más famoso de la ciudad de los 57 puentes y las 14 islas y el paraíso donde trabaja Antonio Molina Medina, madrileño, casado con una rusa y padre primerizo hace apenas quince días de una preciosa niña sueca. Tal es el mestizaje y la multiculturalidad de la que ya disfruta la humanidad. Educado y simpático, sale a saludar y a explicarnos el menú especial que nos tiene preparado:
Tras la protocolaria mantequilla de leche de vaca, que nos sirven de entretenido aperitivo en cualquiera de los establecimientos, al igual que en Portugal, le sigue una sopa fría de carabineros, con una cama de tomate y eneldo. Simplemente sublime.
De plato fuerte trucha ártica con guiso de verduras y una cama de col, repollo y patata sobre tabla de roble que le confiere los aromas típicos del bosque escandinavo. Si excelente y sorprendente ha sido la presentación y el buen gusto a la hora de maridar los ingredientes, la guinda la pone Antonio al compartir con nosotros las escasas botellas de “verdejo” que atesora en su internacional bodega.
Como broche de oro una tarta de chocolate finísima en su elaboración e intensa en sabor. Postre apropiado a la ocasión y que nos da pie, ya en la despedida, al compromiso adquirido en plasmar en este artículo la bienvenida y las múltiples atenciones con las que nos ha obsequiado Antonio y su internacional equipo. Alegría y orgullo de ser español, siquiera sea por la calidad humana de nuestros compatriotas.
Desistimos de autobús y optamos por un agradable paseo tras el opíparo almuerzo. A escasos seiscientos metros y ejerciendo de turistas al uso, entramos en una iglesia luterana. Qué ya será razón que pasemos de lo terrenal a lo espiritual y … ¡sorpresa!
De nuevo, sorpresa, dos chicos jóvenes tomando café, sí han leído bien, café, en unas mesas dispuestas al efecto en el interior de la protestante edificación. Justo al lado del altar, presidido por la Santa Cruz. Se ve que el teólogo agustino alemán, Martín Lutero, entendía el sagrado lugar como centro social y de ocio, que además de ofrecer los santos oficios sirve para otros fines vecinales.
Pero como nuestro artículo de hoy gira alrededor de “españoles en el mundo” me fijo en el modo en que uno de ellos está sentado y tomándose el café y… ¡eureka! No sabría explicar la razón y sin embargo acierto al intuir que este chico también es español. Forma parte del personal de mantenimiento de la preciosa iglesia luterana, donde me llaman la atención las estanterías con los misales y sobre todo la ausencia de imágenes de la Virgen.
Mañana quinto y último de esta serie escandinava de “Cuaderno de viajes. 2023”.
👏👏👏👏 la verdad que ha sido todo estupendo, comimos genial y la compañía lo mejor 😎 Gracias por compartir 👏👏