Esta noche, víspera del fin de semana, cenamos en unos almacenes. Sí, en los “Almacenes San Juan”, reconvertidos y que sirven de ejemplo de esta novedosa economía circular, tan de moda. Justo en la esquina de enfrente, donde hace ya algunos años, acudíamos a ver una obra de arte expresada en forma de chiste gráfico y/o caricatura colorida.
¡Carmen! Sin más apellidos, que con el nombre basta y sobra, se ha convertido en un lugar de referencia en el casco antiguo de Badajoz. Al lado mismo del Excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad y con la entrada en la convergencia de las calles San Juan y Virgen de la Soledad, justo frente por frente al Pasaje de San Juan, ¡que no se puede ser más de Badajoz!
Y para colmo, hoy me acompaña Soledad quien hace de anfitriona en este paseo con parada y fonda, inesperado y apropiado por la insuperable compañía y el clima tan agradable del que disfrutamos.
Nos recibe María, quién, si se me permite, y regresando a la caricatura que antaño se exponía en el escaparate vecino, la representaría como una puercoespín multicolor e inquieta. No porque pertenezca a ninguna de las especies de mamíferos roedores del suborden de los histricomorfos. Sí por su llamativo pelo de color oscuro y espinoso, que tan bonito luce en su cabeza. Con las características púas, en su caso rastas, que al igual que en el caso del mamífero entiendo son una expresión defensiva de su naturaleza.
Multicolor, por la multitud de tatuajes policromados que asemejan a cualquiera de las exposiciones artísticas de la muy próxima sala que al efecto gozamos en el edificio de la Diputación de Badajoz; e inquieta por camarera, relaciones públicas, encargada, maître, jefa de sala y cajera, que de todo hace.
Nos atiende rápidamente y nos deja en manos de la simpática y profesional Helena quien, al servir las bebidas nos obsequia con unas aceitunas manzanillas, merecedoras de ser un presente de bienvenida (siempre se ha dicho que si regalas algo ha de ser bueno en caso contrario es mejor no hacerlo).
Ensalada Carmen y croquetas de entrantes, generosas raciones y con buena presentación. Excelente el aliño de la ensalada que además lleva como ingredientes pasas, pipas de girasol y de calabaza, acompañando a láminas de manzanas dulces. ¡Un acierto!
De principal solomillo al ajo tostado. Muy bien presentado, con patatas panaderas que se agradecen y que complementan perfectamente. Lástima que estando dónde estamos la pieza no sea de cerdo ibérico, lo que rebaja el excelente trabajo realizado en cocina.
La decoración moderna y colorida, alegre y divertida, con muchos guiños a la igualdad de género y la diversidad; fiel reflejo de la clientela que disfruta y anima este espacio de amabilidad y tolerancia.
Los baños limpios y dotados de todo lo necesario. Los uniformes de negro riguroso, tanto en camisetas como en pantalones, si bien los modelos a elección de cada cual; única excepción en las negras y necesarias zapatillas deportivas, a juzgar por la cantidad de viajes y kilómetros que hacen, que en el caso de María son blancas con adornos dorados. Muy acertado el detalle de que el personal lleve su identificación, excepto María que, cual funcionario rebelde y segura de su puesto, prescinde de la chapita con imperdible.
Imposible pedir postre, no por falta de ganas, veo pasar de largo dos tartas: una de chocolate y la otra de queso que, por mi bien se dan a la fuga hasta la mesa vecina. Me conformo con un descafeinado de máquina con leche y con la agradable sobremesa.
A última hora se nos unen dos amigos pacenses y la conversación se orienta a repasar a nuestra quinta del “Grupo de Otilia” y de los “Coros y Danzas”. Pero permítanme que deje esto para otro día, pues aún estamos recordando quién y cuándo se incorporó a uno u otro grupo. Desconecto y tiro la toalla cuando la discusión entra en arenas movedizas y se centra en qué fue primero: ¿la gallina o el huevo? ¿“Vendaval” o “Los Desertores”? …