La avenida Adolfo Díaz Ambrona se está convirtiendo en la milla de oro gastronómica de la capital pacense. A los múltiples restaurantes hay que sumar la oferta hotelera que recupera el bullicio y ambiente de antaño, especialmente en días feriados tan frecuentes en nuestra ciudad.
Si tuviéramos que elegir establecimiento donde atender de la mejor manera posible a nuestros invitados, uno de ellos sería Camaleónico. Es inusual tanta corrección y tanto “savoir faire”, en un sector autodenominado de servicios parece obvio que esto debería ser lo habitual, por desgracia no es así. Por ello apreciamos tanto o más la atención en sala como la maestría en la cocina.
En este establecimiento han acertado a la hora de la selección de profesionales de reconocido prestigio y ello se traduce en un ambiente muy agradable que unido a una cuidada decoración hacen de cada servicio una experiencia inolvidable.
Como hedonistas previsores que nos consideramos reservamos con tiempo y menos mal, ya que el salón estaba completo. Qué alegría comprobar que el respetable comienza a disfrutar de los primeros días de esta prematura primavera. Se nota el hartazgo de tantas crisis económicas, financieras, sanitarias y bélicas, hay muchas ganas de divertirse y disfrutar.
Apenas nos sentamos nos obsequian con un aperitivo de autor sobre pan chino. Muy buen principio, cuando menos sorprendente hasta en la forma de presentación. Hacemos especial mención del menaje y cubiertos, muy elegantes y muy ergonómicos. Lo cual también es de agradecer ya que en no pocos lugares hemos tenido que hacer uso de nuestros conocimientos básicos de física para poder cortar los alimentos sin tirar nada del plato.
:Como de costumbre pedimos las croquetas de la casa, dos variedades y dos delicias. Perfecta fritura, se nota que la temperatura del aceite es muy, pero que muy, elevada; de otro modo no podría conseguirse esta consistencia tan perfecta. El interior… ¡maravilla! Que dirían los jóvenes en su lenguaje contemporáneo.
De plato fuerte huevos rotos con patatas panaderas y bogavante. Les ruego que lo prueben y, al igual que nos ocurrió a nosotros, se verán obligados a repetir cuando regresen a Camaleónico. Jamás se nos habría ocurrido este maridaje y en verdad nos parece una genialidad de Kiko Sayago. Es el cocinero responsable de nuestro deleite y aun cuando nos era conocido, este castuerano no deja de sorprendernos.
Por si fuera poco, arroz de bogavante y en este punto nos han ganado como clientes. De excelente a sublime, no me extraña que Kiko siga cosechando éxitos y premios como cocinero. Además, es un enamorado de su profesión y esto se nota si tienen la suerte de poder charlar un ratito con él.
De postre el “brownie” de chocolate y nueces ¡muy rico! y para rematar la torrija, simple en su elaboración según el artista y excelente para los que hemos tenido la suerte de comerla.
Doy gracias a Dios que a última hora el chef reculara y desistiera de retirarla de la carta. Para los golosos, sólo probar los postres sería razón suficiente para visitar este magnífico templo gastronómico.