Un día cualquiera no sabes qué hora es, cantaban Nacha Pop en una canción en la que me costó años comprender qué significaba “al Penta” en la estrofa: “Luego, por la noche, al Penta a escuchar canciones que consiguen que te pueda amar.”
El Penta es un bar de Madrid que, según leo en el libro “Madrid sí fue una fiesta. La Movida, y mucho más, de la A a la Z” de Javier Menéndez Flores, lleva en pie desde 1976. Parece ser que entrar en él es un viaje en el tiempo…te guste o no la música de la Movida.
A lo largo de los años, muchos años. He ido adquiriendo todos los libros sobre la Movida madrileña que he encontrado. El nombrado de Javier Menéndez Flores es uno de los últimos. El más reciente, de octubre de 2022, lo compré el otro día de casualidad, lo editó en Amazon su autor Matías Uribe. En el libro plasma 75 entrevistas que hizo a gente de la Movida. Se titula “La voz impresa de La Movida”.
No, prometo que no me he quedado anclado en la música y las vidas de Alaska, Gabinete Caligari, Nacha Pop, Los Secretos, Radio Futura, Parálisis Permanente, Kaka de Luxe, Zombies, La Mode y demás.
Entre los libros, tengo rarezas como “Sólo se vive una vez. Esplendor y ruina de la movida madrileña” de José Luis Gallero, dedicado a todos los que cayeron en la Movida. Se trata de la recopilación de varias conversaciones sobre tal asunto, que mantuvo el autor entre 1990 y 1991 con Nanye Blázquez, Gonzalo García Pino, María León, José María Parreño, Miguel Trillo, Borja Casani y Quico Rivas.
Junto con los libros sobre la Movida, tengo un buen puñado de otros que tratan el momento histórico (ya sí) de la Transición española.
Siempre me han interesado las transiciones. Todo en la vida es cambio, transición. Cuando uno menos lo espera se encuentra con un cambio profundo, una metamorfosis vital y no sabe ni cómo reaccionar.
Los expertos en desarrollo personal (autoayuda) dicen que tenemos que adaptarnos a lo que vendrá y que hay que convertir los trastornos y turbulencias de las transiciones en crecimiento y renovación. Eso está bien.
Quizás estos sean los motivos que me hayan hecho interesarme a lo largo de la vida en las transiciones sociales, llámense Movida o el cambio de una dictadura a una democracia.
También, de la Movida, me interesan los bares (el Penta, el Rock Ola, la Vía Láctea o el Rowland que es donde paraban los de los Hombres G) y la música, la pintura, los cómics, las fotografías, la arquitectura, la ropa que utilizaban y todas las historias que se cuentan del Madrid y de la España aquellos años ochenta del siglo pasado.
Y mientras sigo leyendo libros sobre la Movida voy llenando mi cabeza de nombres y libros. Libros como los nombrados anteriormente u otros como
-“Ángeles de neón. Fin de siglo en Madrid (1981-2001)” de Juan Carlos de Laiglesia.
-“La Movida madrileña y otras Movidas” y “Esto no es Hawaii. La historia oculta de la movida”, los dos de Jesús Ordovás.
-“Guía del Madrid de la Movida” también de Jesús Ordovás junto con Patricia Godes.
-“La Movida y no sólo madrileña” de José Manuel Lechado con prólogo de Germán Coppini.
-“Espectros de la Movida. Por qué odiar los años 80” de Víctor Lenore con prólogo de César Rendueles.
– “Corre, rocker. Crónica personal de los Ochenta” de Sabino Méndez, el “artista” de “Loquillo y los Trogloditas”.
-“Alaska y otras historias de la movida” de Rafa Cervera con prólogo-entrevista a Pedro Almodóvar, quizás el primero que leí de todos ellos, allá por principios del siglo XXI.
-“Ráfagas. La Movida madrileña” de Paco Martín.
-“Y yo caí…enamorado de la moda juvenil. La movida en las letras de sus canciones” de Carlos José Ríos Longares con prólogo de Moncho Alpuente (nota: a veces escribo Movida con eme mayúscula y otras no, porque así titula cada autor su libro), -“Aviador Dro. Anarquía científica” en edición de Patricia Godes.
Y más y más libros (de Juan Madrid, Luis Antonio de Villena, alguno de Francisco Umbral y los dos que quizás son más “profundos”:
-“Contra la modernidad” de Fernando Poblet y
-“La movida modernosa. Crónica de una imbecilidad política” de José Luis Moreno-Ruiz al que seguí muchos años en un blog la mar de gratificante.
Me di cuenta de que lo mío podría rozar el patetismo el día que totalmente eufórico conté que había estado alojado en un hotel que estaba enfrente de la casa de Alaska, la de Alaska y los Pegamoides, de la Movida.
No sé qué será de mí el día que vaya al Penta. Menuda Movida.
Fin